MORALES      Notas biográficas-críticas  
   

 

Toma parte en la exposición Premio Biosca (Madrid-1959).  Carlos  Antonio  Arean escribe respecto a la  obra presentada: “El color predominante en la obra, llena de hábiles erosionados, era de hierro oxidado y –aparentemente– a pesar de su indiscutible maestría técnica con que todo esto había sido logrado, debería suponerse que un cuadro con un color voluntariamente sucio y con unos sustentáculos tan pocos nobles debería ser, además de un prodigio de la técnica, un prodigio de la fealdad. Pero llegados aquí, entramos en lo que no es analizable en Arte: la obra de Morales es bella y se da en ella el milagro de la armonía… Aunque la obra sea abstracta, puede sugerir un trozo de muro de una fábrica o el desconchado de una fachada en algún villorrio semiindustrializado, y la fantasía puede volar libremente ante ese logrado juego de formas planas que tanto tiene de arte pictórico como de humilde artesanía de buena ley”.

A principios de 1960 participa en Pinturas Grupo Itálico, en el Ateneo. Sus obras de chapas metálicas, no son bien aceptadas todavía por la crítica sevillana, que expresaba nostalgia por sus paisajes.

El 5 de febrero 1960 nacen sus hijos mellizos, Eva y Félix.

 

1961-1964

Abandona Sevilla y se instala con su familia en Córdoba: la nueva situación le obliga a compaginar la pintura con otras actividades. Crea una pequeña empresa pensado que esa situación es transitoria y podrá dedicarse a la pintura de forma exclusiva.

El 14 de mayo de 1961 nace su hijo José Luis, y el 20 de diciembre de 1964 su hija Inmaculada.

A través del escultor sevillano Emilio García conoce al pintor Francisco Aguilera Amate, que le introduce en el ambiente cultural de Córdoba; participa en reuniones de  artistas e intelectuales donde lo artístico y la política se realimentan: Pepe Aumente, Carlos Castilla del Pino, Aristóteles Moreno, Juan Cuenca….

Sus obras de este periodo son una continuación de la última etapa sevillana; sigue trabajando con chapas oxidadas. Comienza las escultopinturas, realizadas con chapas de hierro sobre madera.

 

 

1965-1971

Inicia una nueva serie de obras que supone un cambio formal y el inicio de un arte social y comprometido, aunque la materia desempeña todavía un papel importante. Son obras realizadas con temple al huevo, tratadas con ácidos y fuego, que representan a figuras humanas de un gran esquematismo (Maternidad II y III).

Participa en varías muestras colectivas: en la Galería Cespedes o en la Universidad Laboral de Córdoba, siempre con obras de la etapa anterior.

Son años en la que su actividad artística queda muy reducida; las necesidades económicas y familiares  son la prioridad.

El 20 de diciembre  de 1971 nace su hija Raquel.

1972-1977

Comienza un largo periodo de plena dedicación creativa.

Inicia una etapa, “época negra”, que se enmarca dentro del realismo social, de compromiso político  ( son los años de los de Estampa Popular), que en parte se aparta del arte informal y abstracto que el régimen había “canonizado” en su intento de presentarse ante Europa con tintes de modernidad.

La referencia a un público de extracción popular encamina a Morales a un arte muy explícito y melodramático. La referencia a autores como Bruegher, Daumier o Hoghath, es decir, a lo popular, lo patético-dramático y lo irónico, se convierten en pilares de su nueva pintura. Y ello con un compromiso formal que se traduce en una pintura en donde el oficio bien hecho es primordial para la identificación con el receptor a pesar del carácter “repelente” de lo representado. Es en parte trasposición de ese trabajador tradicional que aunque explotado se siente dignificado por un trabajo bien hecho, de un oficio  adquirido  tras largos años de aprendizaje.

La etapa negra consta apenas  de 30 lienzos al óleo en donde abunda los personajes grotescos, furibundos, terribles, que parecen desvelar el terror y lo siniestro del poder, de nada les sirve los vestigios de las bellas ornamentaciones que exhiben o la respetabilidad de sus caretas sociales. Ni siquiera existe piedad para la representación de los que sufren, no hay idealización posible, el dolor, la resignación o la locura también son productos de esa fealdad de la injusticia y ello a pesar de cierta dignidad que puedan trasmitir algunos personajes (El discurso, El robo, La minusválida, El músico…).

Tras un largo periodo sin exponer de forma individual, en diciembre de 1973 presenta una muestra con 12 de sus obras de la etapa negra en Studio 52 de Córdoba. El texto de presentación del catálogo, “Los monstruos andaluces de Pepe Morales”  escrito por Antonio Burgos, fue “secuestrado” por el Régimen, aunque al final pudo ser incorporado.

 

 

 

En el mismo podemos leer: “...Morales ha visto el absurdo mundo kafkiano que encierra Andalucía, como Valdés Leal se detuvo en la gusanería que iguala a los obispos y menestrales. Detrás del oro, nada; detrás del chaqué, nada; nada sino el cráneo sobre la casaca roja de las solemnidades, habría que decir albertianamente…

Creo que a esta hora de Andalucía, de tatos realismos y cifras para demostrar nuestro atraso, le viene bien la ensoñación mágica de Morales. Que al fin y al cabo, son perpetuos nuestros miedos infantiles y todavía está el Sacamantecas, de mano del Tío Sacasebos, llevando en la sillita de la reina a La Cantamora. La Madre del Sol, en el terrorífico silencio de nuestro pueblo. Que al fin y al cabo, todo es como las soledades infantiles de los cuartos oscuros con muñecos rotos. Que al fin y al cabo, uno lo tienen todo y nosotros, a los que sólo nos queda la esperanza, apenas nada. Quizás solo el miedo. Ese feo pájaro nocturno de la manía de pensar”

En el periódico El Correo de Andalucía aparece un reportaje titulado “Doce intelectuales critican la pintura de Morales”. Opinan entre otros Rafael Ortí (escultor), Tomas Egea (pintor), José Duarte (pintor), Francisco Zueras (crítico), José Aumente (psiquiatra). Este último comenta: “...Una representación sarcástica –al mismo tiempo onírica– respecto a una actitud humana de máscara farisaica, que es, desgraciadamente, muy frecuente en nuestra ‘buena sociedad’ provinciana….”

El crítico de arte, Francisco Zueras, escribe en El Correo de Andalucía tras la exposición de 1975 con 12 nuevos cuadros: “...Pepe Morales ha hallado un lenguaje propio excepcionalmente incisivo para glosar las venas de la vida humana. Y también la soledad del ser humano, que él simboliza frecuentemente con unos fondos lisos, a veces negros, para exaltar el dramático aislamiento. Lenguaje que está cimentado sobre la sólida base de un dibujo, de un extraordinario sentido de la composición, de un concepto deformador entre poético y caricaturesco, de una técnica algunas veces minuciosa y otras de alarde de síntesis, y de un cromatismo asordado que embellecen en profundidad y emoción sus temas. Y es que para Morales, pintar es despojar de nieblas y de imprecisiones a los seres humanos entrevistos hasta llegar a su carne.”

También expone en Madrid en la galería San Luis y en Valencia, en la galería Siena.

A las exposiciones individuales se intercalan las colectivas en Jaén, Madrid Málaga…

Son años de intensos debates sobre la función del arte y de actividad política (se afilia al Partido Comunista de España).

En 1975 realiza un viaje a Egipto y la India.

En 1976 se separa de su esposa.

 

 

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